Soy tan típica y barata como la plata.
No me llames por mi nombre de pila, cariño, no eres mi madre. Estoy harta de estos vaivenes, de no saber mi devenir, de que el sinsentido sea el único sentido de mi sinvivir y de no encontrar nada cuerdo en mí. Aún eres la solución a cualquier problema que me invento, qué pena que mi vida sea tan sólo un lamento de lo que pudo ser y no fue... Y como siempre te veré tras el cristal de mis sueños rotos.
Y sueno así de típica porque soy más típica que tus falsas sonrisas, esas que me regalas cuando llego tarde al beso de por la mañana. Que no soy yo quien te vigila. Ten en cuenta que el amor no se crea ni se destruye, sólo se transforma, para todos, menos para los que huyen.
Es tu nombre en verso lo que recito cada vez que abro la boca, y es que puede que mis palabras no sean balas pero mis frases son las únicas armas que tengo para desarmarte. Eres los únicos ojos que no me atrevo a mirar fijamente. El único sabor que se me queda permanente.
Porque me dueles.
Déjate de lustros y de fantasías, soy yo quien inventó esas palabras, soy yo quien te dijo de crear utopías.
Y ahora eres tú quien me encadena con esos besos que me calcinan como versos de un alma suicida. Como relámpagos en esta noche translúcida y de cualquier mañana sombría.
No quiero más lunas en mi cuello, ni mas promesas de amores eternos, quiero sobrevivir a esta vida y a la siguiente para poder seguir siendo yo quien miente.
Como un festival de rock en mis venas, como sangre alterada por el calor dibujado de las tardes de verano. Como mis lágrimas hirviendo. Así eres tú, así son tus besos. Así son mis inviernos.
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