Volverse loco. No ser más que uno mismo, reír hasta ahogar las lágrimas. Recordar que todo fue mejor y que puede que algún día lo sea. Aferrarse a la esperanza, con pensamientos encontrados, rectificar incertidumbres, borrar los miedos de un futuro mejor. Empezar un nuevo capítulo, de repente, sin huir, luchando por conseguir las metas más imposibles.
Y yo me voy. A otro país en lo más profundo de mis entrañas, a un lugar en el que nadie me encuentre, mucho menos yo. Me voy a ser yo misma en otro sitio, que aquí no me conocen, voy a gritar en mi burbuja hasta quedarme sin aire. Estaré a años luz de mi alter ego.
Estaré donde nunca he estado.
Pero de alguna manera seguiré conectada, por un fino hilo que une la razón y el desorden, a mi otra yo, esa que sigue con los pies en la tierra. Simplemente me contará lo que pasa. Me dirá que todo va bien, que desde que me he ido todo va mejor. Que ya no piensa tanto, que su vida es más sencilla, que los demás no sufren por mí.
Es por eso que me quiero ir.
Y si pudiera, ésto sería una carta de despedida.
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