...But home is nowhere

I lay strewn across the floor, can't solve this puzzle
Everyday another small piece can't be found
I lay strewn across the floor, pieced up in sorrow
The pieces are lost, these pieces don't fit
Pieced together incomplete and empty

This is my line, this is eternal
How did I ever end up here?
Discarnate, preternatural
My prayers to disappear
Absent of grace, marked as infernal
Ungranted in dead time left me disowned
To this nature, so unnatural
I remain alone
Cada vez estoy más segura de que no pertenezco a este lugar lleno de gente, envuelto de mentiras y ataviado de hipocresía. Creo que en el planeta no deberían existir los humanos. La naturaleza se equivocó con nosotros; lo que puede parecer un don se ha vuelto involución. El libre albedrío es simple frenesí organizado. El individuo pensante es un error de Windows desatado.

Necesito una bocanada de aire fresco, y es que estamos demasiado alienados. Pensamos, reímos, lloramos, sin darnos cuenta de que nada va a ningún sitio, que somos un río sin desembocadura, río contaminado que contamina todo lo que toca.

Me gustaría que toda esta culpabilidad se desvaneciera, pero las vidas humanas valen demasiado poco. Somos ínfimas sombras de un animal en peligro de extinción. Una especie perdida y desnutrida que no sabe dónde caerse muerta.

Todo es tan grotesco. Todo es tan falso. Las casas, el petróleo, el trabajo, las decisiones, los sentimientos. Y que lo diga yo tiene su gracia.

Todo este vidrio bajo mis pies descalzos me está agrietando por dentro, me sangra hasta el alma, tengo una hemorragia en la existencia. 

Es estúpido que digan que no existe el destino, cuando todos caemos bajo la misma lápida, bajo el mismo cielo, sobre el mismo mundo. La vida es eso que pasa mientras esperas a morir. 

Silbando la melodía de Kill Bill

Mientras nuestras almas se caen a pedazos.

Y yo aún no sé de qué va todo esto. De venir a verte y no reconocerte, de escuchar plegarias sin inmutarme, de sufrir a tientas los eclipses que provocas. De llorar sin armas, en tu cama, en tu boca.

Resulta que no soy tan impredecible como pensaba. Es sencillo: soy una persona complicada, sin ir más allá. Como todos, como la mayoría, pero me da igual. Cuando estoy contigo soy normal.

Y no sé si eso es bueno o es lo que me hace llorar.

Quiero morir para volver a nacer. Para ser yo misma otra vez. Y mirarme al espejo sin odiarme. Y buscar mi silueta sin encontrarme primero con la tuya. Que mis pestañeos hace tiempo que deliran por decirte la verdad. Esa que no me deja ni respirar. No la sé ni yo. 

Voy a ser de nuevo mi cómplice en esto, la única que sabe que te amo y me detesto.

Voy a reciclarme
aunque no sé en qué contenedor.
Voy a suicidarme
aunque no puedo con más dolor.


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Perder el sentido


Volverse loco. No ser más  que uno mismo, reír hasta ahogar las lágrimas. Recordar que todo fue mejor y que puede que algún día lo sea. Aferrarse a la esperanza, con pensamientos encontrados, rectificar incertidumbres, borrar los miedos de un futuro mejor.  Empezar un nuevo capítulo, de repente, sin huir, luchando por conseguir las metas más imposibles.

Y yo me voy. A otro país en lo más profundo de mis entrañas, a un lugar en el que nadie me encuentre, mucho menos yo. Me voy a ser yo misma en otro sitio, que aquí no me conocen, voy a gritar en mi burbuja hasta quedarme sin aire. Estaré a años luz de mi alter ego.

Estaré donde nunca he estado.

Pero de alguna manera seguiré conectada, por un fino hilo que une la razón y el desorden, a mi otra yo, esa que sigue con los pies en la tierra. Simplemente me contará lo que pasa. Me dirá que todo va bien, que desde que me he ido todo va mejor. Que ya no piensa tanto, que su vida es más sencilla, que los demás no sufren por mí.

Es por eso que me quiero ir.

Y si pudiera, ésto sería una carta de despedida.


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Suicide

Alienación del ser humano. Extinción del alma. 
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Píntame tu dolor


Soy tan típica y barata como la plata.
No me llames por mi nombre de pila, cariño, no eres mi madre. Estoy harta de estos vaivenes, de no saber mi devenir, de que el sinsentido sea el único sentido de mi sinvivir y de no encontrar nada cuerdo en mí. Aún eres la solución a cualquier problema que me invento, qué pena que mi vida sea tan sólo un lamento de lo que pudo ser y no fue... Y como siempre te veré tras el cristal de mis sueños rotos.

Y sueno así de típica porque soy más típica que tus falsas sonrisas, esas que me regalas cuando llego tarde al beso de por la mañana. Que no soy yo quien te vigila. Ten en cuenta que el amor no se crea ni se destruye, sólo se transforma, para todos, menos para los que huyen.

Es tu nombre en verso lo que recito cada vez que abro la boca, y es que puede que mis palabras no sean balas pero mis frases son las únicas armas que tengo para desarmarte. Eres los únicos ojos que no me atrevo a mirar fijamente. El único sabor que se me queda permanente.

Porque me dueles.

Déjate de lustros y de fantasías, soy yo quien inventó esas palabras, soy yo quien te dijo de crear utopías.

Y ahora eres tú quien me encadena con esos besos que me calcinan como versos de un alma suicida. Como relámpagos en esta noche translúcida y de cualquier mañana sombría.

No quiero más lunas en mi cuello, ni mas promesas de amores eternos, quiero sobrevivir a esta vida y a la siguiente para poder seguir siendo yo quien miente.

Como un festival de rock en mis venas, como sangre alterada por el calor dibujado de las tardes de verano. Como mis lágrimas hirviendo. Así eres tú, así son tus besos. Así son mis inviernos.

No me las doy de poetisa ni de nada relacionado con el amor, porque si algo sé es que no sé nada sobre esta vida ni sobre la anterior. 

Pero te quiero. Stop.

2

20 poemas de amor y una canción desesperada


Corría el año 1 antes de quererte. Era uno de esos días que ni fu ni fa. No había sucedido nada interesante y sabía que nada nuevo iba a pasar. Era otro día como cualquiera, un tachón más en el calendario, un paseo más de casa al trabajo.

Y entonces te vi.

Tu mirada me atravesó de pies a cabeza, tus ojos verdes se incrustaron en mí como un microchip que nunca más me podría quitar. El sonido de tus tacones retumbó en mi cerebro y la gota de sudor que te recorría la espalda me provocó un escalofrío del que no estoy seguro de haberme librado todavía. Tu mano derecha sostenía firmemente una bolsa de alguna tienda que no supe reconocer, mientras que la izquierda se las apañaba ella solita para darte de fumar. Porque eso era todo lo que necesitabas.

La soledad de tu silueta me dio a entender que no querías saber nada de nadie. Que tú no eras una chica más que tacharía en mi calendario. Me agobié cuando te soltaste la melena. Un suspiro en blanco. Una corriente de aire caliente. Ese aroma.

Aún eras una niña, casi no te reconozco en mis recuerdos. Aunque no rezumabas inocencia como las otras chicas de veinte suelen hacer, tenías la piel tersa y tatuado el optimismo en tu sonrisa. Tenías los labios algo más apetitosos, y el cuerpo un poco más curvado. A veces me pregunto si tu vida se desnutrió por mi culpa.

Llevabas una chapa de los Rolling en el bolso y un vestido negro que dejaba poco a la imaginación. Una flor de loto bien abierta dibujada de forma permanente en tu hombro izquierdo, mi preferido, y un tintineo de llaves que marcaba el ritmo de tus pasos. El piercing de tu labio aún estaba en su sitio y tu pelo era por aquel entonces el más largo que había visto. Cómo hemos cambiado. Aunque tus ojos siguen verdes, tu cuerpo sigue hermoso y esa delicadeza en tus movimientos sigue intacta.

Cuando te vi bajando las escaleras del metro, no me lo pensé dos veces. Te seguí. Corrí detrás de ti como si me fuera la vida en ello. Como un león famélico tras una manada de apetitosos ciervos. Y esa fue la primera vez que me miraste a los ojos. No sabría describir si lo que vi en ellos era miedo, curiosidad o una especie de morbo por tu recién descubierto acosador. Me negué a mí mismo que algo podría salir bien si te pedía salir. Me di la vuelta sonrojado e intenté no mirar atrás. Tu mirada seguía clavada en mi nuca como si siempre hubiera estado allí. De hecho creo que aun tengo la marca de tus ojos sobre mí.

Pusiste tu mano ya sin cigarrillo sobre mi hombro, y me regalaste una sonrisa. Confié en el resplandor de tus dientes y en tus hoyuelos casi inapreciables. No tenía ni idea de todo el daño que podías llegar a hacer. No tenía ni idea de que ese ángel que me había deslumbrado se convertía en mi más terrorífica pesadilla al anochecer. Cada sonrisa tuya esconde algo, pero esa no, esa no escondía ni uno de todos los secretos que te guardas.

Días, meses, no lo sé. Pasó un tiempo hasta que nos volvimos a ver.

Nos hicimos amigos. Inocente de mí.

Fueron años de amarte, o más bien años en los que te dejaste amar. Fuiste Eres lo mejor de mi vida y mi más marcada debilidad. Te vi crecer, me enseñaste a llorar.

No sé si fui yo o si fuiste tú, pero algo nos transformó. Nos desvió. Amor/odio creo que lo llaman.

Fuiste mi sol y mi luna hasta que desapareciste.

Pero ya no tengo escapatoria, conozco cada lunar de tu piel. No puedo olvidar tus andares y mucho menos tu forma de ser. Fuiste demasiado para mí como para dejarte ir de mis recuerdos, como para borrarte de mi vida.

Ahora dejo mi corazón en la sección de objetos perdidos de cada bar.

Recorro cada metro de la ciudad desdibujando con mi mirada cada parada para ver si estás.

Flirteo con mujeres al azar, para poner celosa a esa de mi cabeza que nunca se marchará. Un polvo, unos besos, y lo dejo estar.

Para que veas lo que te echo de menos, fumo la misma marca de cigarrillos que tú solías fumar. Y ya sabes cuánto lo odio.

Y ya sabes cuánto te odio.

2

Sólo me dormiré cuando...


Sólo conseguiré dormirme cuando encuentre a los monstruos que acechan en mi habitación. Conseguiré relajarme cuando sepa que están bien. Dejaré de preocuparme cuando sepa que dormirán conmigo. Me dormiré tranquilamente sabiendo que están bien mis únicos amigos.

A veces deseo extenuarme, abatirme, para volver a perecer.
A veces te mataría simplemente por saber lo que es.
Son estos días en los que la vida significa mucho menos que un papel,
estos días de sobriedad en los que más que en ningún otro,
tengo que fingir que me siento bien.

A veces deseo exfoliarme de este mundo tan rastrero,
que me siento sucia,
me siento violada,
cada vez que cuento otro enero.

De veredicto culpable y rebelde de cajón. No soy más que lo que todos ven y al revés. Soy más de lo que jamás seré.

No me convenzas de tus mentiras


No conseguiré creerme tus ojos llenos de lágrimas, tampoco esas manos preocupadas. Soy yo la que se larga, veo que aquí ya no pinto nada. No me creo tus palabras. Ese vacío de tus miradas te delata. Eres la ninfa que se convirtió en arpía al madurar. Me dueles. Me dueles tanto que no te puedo ni nombrar. Eres tan mala. 
Eres tan yo
0

Te quiero por mí y por todos mis compañeros


Por mí primero.
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