Y cuando no estás, te juro que te invento.
El aire resuena y las palabras se lleva. Borrosos paisajes, preciosas mentiras, eternos mediodías de cada ciudad perdida. Y aún así. Y aún así, es como te digo. Las montañas de tus lágrimas, erosionadas por el paso de las tristezas, inolvidables dolores de alma, conocidos ya, familiares ya. Y yo me convierto en herida, y tú en sangre, somos dos, somos uno, somos dolor y no hay nadie que lo calme.
Antes iluminaba, ahora quemo, desde los huesos hasta las entrañas, quemo. Sé mis cenizas pues.
Te esnifaré y me colocaré de ti
y será todo precioso porque estás otra vez dentro de mí.
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