Siento como si se estrellaran mil coches en mis venas y mi voz solo sirviera para gritar. Dime qué puedo hacer, dime qué puedo hacer, que se me agotan las ideas, que no puedo respirar. Que mis manos ya no saben cómo pedir ayuda y yo me he quedado sin consciencia. Nunca fui de creer en fantasías pero en estos momentos en lo último que creo es en mí, y eso que dicen que soy real.
Soy los pedacitos de cristal rotos de lo que era. Una pintura mal hecha y un poco de dolor de cabeza de cuando me recuerdas. Estoy formada de lo que me has ido dando y me has dado tanto que un día de estos voy a dejar de llamarme como me llamo.
Es que no puedo verte mal, no puedo verte llorar. Me dueles, me dueles tanto... Esta inagotable manía de tener que estar todos felices es tan difícil de satisfacer. Estos susurros que se me acumulan en las cuencas de los ojos y acaban cayendo en forma de lágrimas... Esos que se llaman como tú... Me apuñalan al derramarse.
Y necesito hacer una barricada para los dos, para permanecer juntos mientras los demás siguen ese río estúpido de prejuicios y mentiras.
Seguir aquí, juntos, para olvidar que el mundo está alrededor.
0 comentarios:
Publicar un comentario