El tacto familiar de tus dedos tecleando mi espalda, y tus ojos, ávidos de volver a conocerme cada segundo. Dos pieles en una, dos vidas, un camino roto. El idioma que reinventamos día sí, día también. Las noches salvajes, las mansas mañanas, los días libres, los paseos por tus miradas. Mis llantos, tus lágrimas, mi dolor, tu debilidad... Todas las palabras que cruzamos, cada una de las veces que nos equivocamos, cada canción que tarareabas en mi oído, y todas las veces que te dejé de amar, y todas las veces que no te amé, y todas las veces que nos quisimos, todas las veces que pudimos, y cuando nos rendimos.
Todo, todo, todas y cada una de las veces.