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Pupilas dilatadas

Ejercicio de expresión de Elaboración de textos. UA.

El primer recuerdo que tengo data de 1994. A mis tiernos tres años, acababa de descubrir (no sin gran pesar) que los Reyes Magos no existían, que Papá Noel era mentira y que mi ciudad estaba dentro de España, y no al revés. Fue un año duro. Me rompí un brazo, me cortaron el pelo en contra de mi voluntad y mi hermano no paraba de echarme la culpa de sus actos pirómanos. Es por eso que me rebelé. Creé una coalición junto a mi indignación y mi maldad intrínseca y nos dedicamos a estropear la inocencia de esos pequeños seres de mi generación. Me esforcé, con las pocas palabras de nuestro extenso lenguaje que conocía, en explicar, argumentando razonadamente, porqué esos entes en los que ellos tanta ilusión depositaban, no existían ni nunca habían existido. Ahí empezó todo. Casi me echan de la guardería. 

Al cumplir 9 años fui ‘obligada’ a tomar la primera comunión. Me pasé el día predicando acerca de la no existencia de Dios y la inutilidad y gasto que suponía la Iglesia. No paraba de repetir una gran frase de Homer Simpson: “Pero Marge, ¿y si nos hemos equivocado de religión? Lo único que hacemos yendo a misa es enfurecer más y más al verdadero Dios”. Mi escepticismo fue creciendo conforme empezaba a comprender que los argumentos de los adultos no tenían sentido o se basaban en cosas como “la fé” o “esto siempre ha sido así”. Comprendí que el mundo estaba mal hecho. Casi me echan de la Iglesia. 

Con el paso de los años he aprendido que no sólo es mentira lo que no existe, sino lo que nos ocultan o deforman para mantenernos sedados. Mi inconformismo e incredulidad me han llevado a un punto en el que me hago activista, terrorista o nihilista. Por eso he decidido desparramar toda esa amalgama de emociones, resignación y descontento en la creatividad. Escribo a menudo, dibujo aunque sea horrible, fotografío cuando puedo, compondría si supiera. Pero todos sabemos que la creatividad no es sólo arte, y yo intento aplicarla a todos los aspectos de mi vida (en la medida de lo posible). Trato de ver todo desde un punto de vista desconocido, prohibido, o incluso estúpido, dándole color a estos días tan grises que corren. Y ahora tengo miedo de que me echen del mundo. 

Miro siempre el planeta desde fuera, analizándolo, hasta no sentirme parte de él. A veces me abstraigo tanto que se me olvida que soy un ser humano. A veces no como o se me olvida dormir. La verdad es que siempre he deseado ser un ente imaginario basado en los miedos e ilusiones de aquél que quiera creer. 

En fin, supongo que la vida es dura para aquellos que deciden ver.

3 comentarios:

Nikita dijo...

"Y ahora tengo miedo de que me echen del mundo".
Yo pienso que no eres de las que tienen miedo, y estoy encantada de que andes por aquí!
Piensas, no paras de pensar y eso es bueno. Mola.

Besos

Sin nombre dijo...

Hombre, miedo tenemos todos, pero intento sobreponerme, eso sí! Muchas gracias por leerme!

LoVo dijo...

Me gusto! Saludos desde Miami

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