7

Totalmente

Parece que fue ayer cuando empecé a dar tumbos de un lado para otro, cuando decidí dejarme llevar por la nada. Y es que siempre fui así, vagabunda de las emociones, pero qué se le va a hacer, otros nacen rebaño, que es bastante peor. Y más tarde me di a la lectura, sí, como quien empieza a drogarse; y me drogué, me drogué, no saben cuánto, una barbaridad. Escapé de la realidad, así, tal cual. Me creía libro, me creía princesa, me creí mil cosas y ahora... ahora qué. Ahora salgo y no hay nada, las calles son incoloras, es increíble esto, la gente también lo es. ¿Qué sentido le ven a todo? ¿Qué sentido le encuentran? Ir a tomar un café, salir un sábado, fumar, beber, follar. No lo entiendo. No hay magia si la capacidad intelectual es nula. Creen que son felices, insensatos animalillos, creen que existen. Pero no son nada. Y lo escribo negando con la cabeza, porque es la mayor verdad que dije nunca: No Son Nada. Y lo peor es que no lo quieren ser.

3

Nunca fue, en realidad


Se ha agotado la inercia que movía el universo. Ya no hay claroscuros, ni existe el infinito. No hay luz, ni su velocidad. Hemos borrado el sinsentido, hemos eliminado la eternidad. 

 El mundo no gira, lo juro, el sol ya no brilla.

11

Te odié (I)

Y yo, después de masturbarme, aún con los pantalones del pijama por las rodillas y el corazón acelerado, pienso en ti. No antes ni durante, no. Después. En el momento del abrazo y el te quiero. El momento en el que me falta tu aliento en la nuca y el calor de tus brazos rodeando mi cuerpo aún agitado. Pero esto no está bien, no. Súbete los pantalones, enciéndete un cigarro, ponte a mirar por la ventana y piensa en otra cosa. ¿Y qué otra cosa iba a pensar? Que ese gélido aire que recorre mis poros está creado por el vacío que has proyectado en mis días. Que las caladas son segundos que me fumo y minutos que se esfuman sin poderte tocar. Trato de no llorar, pero qué más da ya. Las lágrimas empiezan a recorrer mis mejillas y, ausente de tu consuelo, miro al cielo, termino el cigarro, tiro la colilla, cierro la ventana y me tiro a la cama para llorar con más ganas.

Recuerdo cuando decidí dejar de pensar en ti. Incluso lo escribí en el diario: "Se acabó". Pero tanto esas páginas como yo, sabíamos que era mentira. Volví a pensar en tus manos a los dos días, en tu aliento a los tres, en tus ojos a los cuatro, y en tu forma de amar cada vez. Mi vida siguió siendo una noria, en la que ni giro ni termino de girar. Todo se convirtió en "el intervalo de tiempo que". No era mi vida, era un trozo de algo que sobraba y que sin ninguna duda, omitiría en mi autobiografía, si es que algún día llegaba a tener. Comencé a contemplar todo en tercera persona, como si yo no estuviera involucrada directamente en mi vida, hay que joderse, y todo por ti. Me pasaba los días haciendo experimentos sociales, mi cabeza sólo se divertía haciéndome responder a "¿y qué pasaría si...?". Pues pasan muchas cosas. Pasa que te quedas sin amigos, que estás sola, que te da igual, y que no le importas a nadie, eso pasa. 

Intenté refugiarme leyendo, escribiendo, viendo pelis y forzando hobbies que nunca me habían atraído. Y jugaba al ajedrez por Internet, y siempre ganaba, y veía la tele pero no miraba nada. Me tiré a un par de tíos después de ti, pero siempre me lo jodías. Bueno, tu cara; tu cara y tus ojos atravesando mi nuca, observándome como si estuviera cometiendo un pecado. Sí, me sentía infiel. Fui infiel a un 'tú' que no tenía. Uno de los chicos se llamaba como tú, pero no se parecía en nada a ti, aunque me gustaba gritar tu nombre mientras lo hacíamos, y el otro... El otro era amigo tuyo, sin más. Supongo que lo hice por joder, en ambos sentidos de la palabra.

Y sigo sin entender porqué te fuiste. Bueno, vale, sí, soy una niñata malcriada, egocéntrica, caprichosa, algo bipolar, siempre estúpida y mandona. Pero eso te gustaba. Te gustaba allá en el 2003, cuando éramos dos críos y yo aún no me había planteado el suicidio ni una sola vez. Cuando yo iba a la universidad y venías a recogerme en aquella moto de segunda mano feísima en la que siempre me oponía a montar. Cuando me besabas por los callejones, tocándome más de lo que debías y disfrazando la pasión en palabras de amor que no sentías. O sí, ahora ya nunca lo sabré, y creo que tú tampoco, porque... ¿me has querido alguna vez? La carta aquella que me mandaste, esa de cuando llevábamos dos meses separados, esa que relataba lo mucho que me habías amado estos años, nunca me la creí. Te jodía que yo pudiera estar rehaciendo mi vida, cosa que no estaba haciendo, y me mandaste eso para hundirme más en el lodo, para que añorara esas palabras en mi oído, para que recordara cómo me provocabas escalofríos acariciándome las caderas y diciéndome que veríamos el fin del mundo cogidos de la mano. Te odié, y no sabes cuánto.

[...]
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Stop


Vuelvo a recorrer descalza el sendero fabricado con pinchos que recorre el laberinto de un cuerpo que nunca será enteramente mío. Me miro fijamente a los ojos, intentando desatar las manías que me oprimen y los miedos que me impulsan a cerrar mis párpados y no volver a reflejarme. Los pasos son cada vez más cortos, la respiración más entrecortada, y tras la puerta, puedo escuchar tu aliento. Diciéndome 'ven'. Diciéndome que me vaya. Escucho los susurros que me mantienen cuerda mientras mi cabeza trata de desaparecer, de correr hacia un universo paralelo inventado en los sueños que siempre recuerdo. Y retrocedo. Retrocedo porque no puedo seguir, o porque no sé cómo termina la canción. Es probable que nunca la haya escuchado. Todas estas falacias, todos estos intentos, cada recreación casi satánica de figuras imaginadas, me atan a un mundo del que debería salir. ESTOY PROHIBIDA. ¿Lo entiendes? Soy la droga que me fumo cada día, y mira si he acabado mal. Soy las venas de una muñeca de porcelana, el pelo lacio, las ojeras, las miradas caídas y el mal. El mal en sí. El mal en mí.

2

¿Dónde?


Bajo mi piel, bajo mis entrañas, bajo la sangre, muy al fondo de las mentiras, detrás de todos los sentimientos, casi al final de mi dignidad, ahí, ahí creo que puede estar...

Llegan los malos momentos, los peores inviernos, las noches de celos, las tardes sin vernos. Inféctame. Para poder soportar cada segundo y recordar que mis ojos te ven sin tocarte, que mi llanto sólo sirve para atragantarte y...

...gritar y gritar, hasta quedarme sin aliento. 
Por decir su nombre, por gritar al aire, por llorar casi sin saberlo.

No volveré a buscar en mi sombra, no volveré a querer en el recuerdo, no volveré a olvidar mis mandamientos. No volveré a ser cauce de las emociones que me obligan a desatar mis temores, ni a aterrorizarme con mi reflejo, ni...

Voy a dejar que el cielo me aplaste con su infinidad, que me arrope con las nubes, que me ahogue con la lluvia. Y dejarme llevar.

Porque no sé, no sé dónde está... Porque vuelvo a no ser.

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