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En lágrimas disfrazadas de veneno, en paisajes inexistentes, en películas de terror y tan sólo en mi mente, me encuentro. Esta introspección me está matando. Cada día descubro un poco más de mí que no querría saber. No quiero conocerme, cuanto más me conozco, menos me reconozco. Los espejos me escupen, la cama no huele a mí, la ropa no me viene y ya ni hablemos de lo que se refiere a ti.

Me crecen los hoyuelos durante las largas noches, y desaparecen conforme mi cerebro se enciende, a lo largo del día. Todos somos malos, pero no tendría porqué saberlo. Me gustaría dejar de crecer y vivir en un cuento, como todos; en el que trabajar es algo normal, en el que vivir una vida de mierda te llena por completo.

Pero no. He recorrido cientos de veces este camino, y siempre me pierdo. He escrito cientos de veces estas líneas, con distintas letras, y nunca me encuentro. Nadie quiere ser uno mismo si lo piensa, nacer para morir, vaya estupidez.

Nacer para morir y olvidarse de vivir.

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